El 5 de junio del 2021 se cumplieron 40 años desde la notificación de los primeros casos de neumonía por Pneumocystis jirovecii en un hospital de Los Angeles (EU) y que luego sería atribuida a la infección por el posteriormente identificado y denominado Virus de Inmunodeficiencia Humana -VIH-. A fines del 2019, 38 años mas tarde en Wuhan, se diagnostican los primeros casos de neumonía de etiología desconocida y que ahora conocemos por COVID-19 secundaria a infección por el virus SARS-CoV-2.
Durante este período se alertó sobre el riesgo de nuevas pandemias
El año 2005, Michael Osterholm, en el New England Journal of Medicine, nos preparaba para la siguiente pandemia por influenza y el año 2009 se publicaba un artículo sobre la “predecible impredictibilidad de los patógenos”, advirtiéndonos sobre el comportamiento viral y su potencial riesgo de diseminación mundial. Sin embargo, nada pudo evitar que esta nueva pandemia se generara y luego diseminara de manera tan extremadamente rápida.
Vivimos ahora, el primer cruce de dos pandemias. Hemos evidenciado como la enfermedad por COVID-19, además de ser una catástrofe mundial, ha impactado profunda y negativamente en los programas de atención de nuestros pacientes VIH+, afectando directamente el adecuado acceso a sus controles y disminuyendo la posibilidad de realizar nuevos diagnósticos. Cabe destacar que el año 2020 fueron diagnosticados 4466 casos de VIH en el país, un 33% menos con respecto al 2019 (6720). Es muy importante que se mantengan visibles las campañas dirigidas a la prevención y se continúen fomentando las instancias para realizar nuevos diagnósticos, así como los demás componentes de la estrategia combinada contra el VIH, con el fin de minimizar el retroceso evidente que esta pandemia provocará en las metas 95-95-95 planteadas por la ONU.
Frente al momento histórico que vivimos, nos adherimos a las declaraciones de António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas para que “prestemos atención a las lecciones frente a la respuesta al VIH; la acción de COVID-19 puede centrarse en las personas, ser flexible, innovadora, equitativa y estar impulsada por los resultados” aprendiendo, aprovechando y rediseñando desde lo vivido. El VIH nos mostró que ha sido el apego a la evidencia científica lo que permitió el espectacular avance en su manejo. Ese es el camino a seguir para obtener herramientas preventivo-terapéuticas para el COVID, otras consideraciones sólo lo retrasarán.
En este camino de la evidencia, destacamos la relevancia de la colaboración científica internacional, que ha permitido caracterizar el VIH/SIDA desde sus inicios y demostrar la importancia del acceso universal a la terapia antiretroviral. Así mismo, este tipo de colaboración ha permitido que se desarrolle con una rapidez y eficacia inédita alternativas de vacunas contra el COVID-19 basadas en el uso de nuevas tecnologías que esperamos sirvan de base para la fabricación de la hasta hora, infructuosa vacuna contra el VIH.
Comité Consultivo VIH (CCVIH)
Sociedad Chilena de Infectología